La gripe estacional
La Organización Mundial de la Salud -OMS- publica un informe sobre la gripe estacional a la que define como una infección vírica aguda.
Los virus de la gripe circulan por todo el mundo.
Hay cuatro tipos de virus de la gripe estacional: A, B, C y D. Los causantes de las epidemias estacionales son los virus gripales de tipo A y B.
Signos y síntomas
La gripe estacional se caracteriza por el inicio súbito de fiebre, tos (generalmente seca), dolores musculares, articulares, de cabeza y garganta, intenso malestar y abundante secreción nasal. La tos puede ser intensa y durar dos semanas o más. La fiebre y los demás síntomas suelen desaparecer en la mayoría de los casos en el plazo de una semana, sin necesidad de atención médica. No obstante, en personas con alto riesgo la gripe puede ser una enfermedad grave, e incluso mortal.
La hospitalización y la muerte son más frecuentes en grupos de alto riesgo.
Se calcula que las epidemias anuales causan 3 a 5 millones de casos graves y 290 000 a 650 000 muertes.
En los países industrializados la mayoría de las muertes relacionadas con la gripe se producen en mayores de 65 años. Las epidemias pueden causar gran ausentismo laboral y escolar, y pérdidas de productividad. Las clínicas y hospitales pueden verse desbordados durante los periodos de máxima actividad de la enfermedad.
Epidemiología
Puede verse afectado cualquier grupo de edad, aunque unos corren más riesgos que otros.
· Las personas con mayor riesgo de enfermedad grave o complicaciones son las embarazadas, los menores de 59 meses, los ancianos y los pacientes con enfermedades crónicas (cardiacas, pulmonares, renales, metabólicas, del desarrollo neurológico, hepáticas o hematológicas) o inmunodepresión (por VIH/sida, quimioterapia, corticoterapia o neoplasias malignas).
· Debido a su exposición a los pacientes, los profesionales sanitarios corren gran riesgo de infectarse por los virus de la gripe y de transmitirlos, sobre todo a personas vulnerables.
Propagación
La gripe estacional tiene fácil propagación y se transmite rápidamente en entornos como las escuelas y las residencias de ancianos. Al toser o estornudar, las personas infectadas dispersan en el aire, a distancias de hasta un metro, gotículas infecciosas (con virus), infectando así a las personas cercanas que inspiran esas gotículas.
El virus también puede transmitirse por las manos contaminadas. Para prevenir la transmisión hay que lavarse las manos frecuentemente y cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo al toser.
El periodo de incubación (tiempo transcurrido entre la infección y la aparición de la enfermedad) es de unos 2 días, pero oscila entre 1 y 4 días.
Diagnóstico
La mayoría de los casos humanos de gripe se diagnostican por la clínica. Sin embargo, otros virus respiratorios, como los rinovirus, el virus sincitial respiratorio, los virus parainfluenza y los adenovirus, también pueden causar síndromes gripales que dificultan el diagnóstico diferencial durante los periodos de baja actividad gripal y fuera de las situaciones de epidemia.
Para establecer un diagnóstico definitivo es necesario obtener muestras respiratorias adecuadas y realizar pruebas de laboratorio. La obtención, almacenamiento y transporte adecuados de las muestras respiratorias es el primer paso esencial para la detección de las infecciones por virus gripales mediante pruebas de laboratorio. En el medio clínico se utilizan pruebas diagnósticas rápidas, pero su sensibilidad es baja.
Tratamiento
Los pacientes que no pertenezcan a grupos de riesgo deben recibir tratamiento sintomático y ser advertidos de que, si presentan síntomas, se queden en casa para reducir el riesgo de transmisión.
El tratamiento se centra en el alivio de los síntomas, como la fiebre. Si su estado se deteriora, deben buscar atención médica.
Los que pertenezcan a grupos con alto riesgo de padecer enfermedad grave o complicaciones deben recibir antivíricos lo antes posible, además del tratamiento sintomático.