Biopsia líquida: cómo es el método no invasivo que permite diagnosticar el cáncer

Uno de los avances más prometedores en la oncología, y que ya constituye una realidad investigada cada vez más por científicos, es el de las biopsias líquidas: tecnologías ultra sensibles que permiten hallar células cancerígenas y partículas de ADN de un tumor en el torrente sanguíneo a través de una sencilla extracción de sangre.
En este sentido, especialistas en oncología de Argentina destacaron que crece el uso de las biopsias líquidas, una tecnología ultra sensible que con una simple muestra de sangre permite conocer la biología del tumor en ciertos tipos de cáncer y, de esa forma, establecer cuál es tratamiento más indicado para cada caso, tratamientos que han demostrado en los últimos años extender significativamente la sobrevida de los pacientes.
Se la utiliza mayoritariamente en etapas avanzadas del cáncer de colon (colorrectal) y de pulmón, entre otros, en los que las biopsias sólidas o de tejidos requieren de intervenciones invasivas como punciones, cirugía o endoscopías.
El cáncer no es una única enfermedad, ni se comporta siempre de la misma manera. La ciencia ha identificado que muchas veces van produciéndose mutaciones en las células tumorales que obligan a modificar los esquemas terapéuticos que deben emplearse en las distintas etapas de la enfermedad.
Las biopsias, tanto sólidas -o de tejido- como líquidas, son las herramientas que permiten al profesional monitorear la evolución de la genética del tumor y actuar en consecuencia.
Una biopsia en la etapa inicial del tratamiento debe repetirse unos meses después, ya que es la única manera de conocer si se produjeron cambios en el ADN tumoral o en las células tumorales, cambios que orientarán al especialista y al paciente al momento de decidir modificaciones en los esquemas terapéuticos.
Particularmente en el cáncer de colon, aquellas personas que inicialmente no presentan una alteración genética en el tumor, denominada ‘mutación del oncogén RAS’ (situación que se da aproximadamente en la mitad de los casos) suelen recibir un esquema de tratamiento compuesto por quimioterapia más un anticuerpo monoclonal inhibidor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR) como el cetuximab.
Los especialistas coinciden en la importancia de los test diagnósticos para determinar la presencia o no de ciertas mutaciones en las células tumorales y, en base a esa información, establecer si corresponde emplear algunas de las llamadas ‘terapias dirigidas o blanco específico’.
Éstas actúan con muy buenos resultados bloqueando un determinado gen o biomarcador involucrado en el proceso del crecimiento del tumor. Son tratamientos con menos efectos adversos y que han demostrado mejorar la sobrevida general.
“Muchas veces, la muestra de tejido extraída en una biopsia sólida es muy pequeña, o fue remitida para otros análisis, y eso nos obliga a volver a biopsiar, incluso el paso del tiempo y el propio tratamiento permiten suponer que se han producido modificaciones en la composición biológica del tumor, lo que hace necesaria la toma de una nueva muestra.
En este sentido, la biopsia líquida se utiliza cada vez más, sobre todo en algunos tipos de cáncer en los que la biopsia de tejido suele ser muy invasiva, en los que pasa a ser muy beneficioso poder acceder a esta información con una pequeña muestra de sangre”, concluyó Méndez.