Límite saludable: ¿cuánto peso se puede perder por semana?
La ansiedad por bajar de peso puede condicionar la lógica y creer que en una semana de dieta el descenso puede ser de varios kilos. ¿Cuál es el valor ideal?
Es un clásico que vivimos cada vez que empezamos una dieta. A la semana, ya esperamos pesar dos o tres kilos menos y, si no sucede, sobreviene una sensación de frustración que solo los más estoicos pueden afrontar para seguir adelante con las restricciones alimentarias en la semana siguiente. Y aunque la ecuación dieta=descenso de peso parece sencilla, definitivamente no lo es.
Para perder kilos y centímetros acumulados durante meses o años, no sólo se necesita tiempo y paciencia, sino también aceptar que muchas de las creencias que tenemos sobre el tema, se basan en conceptos equivocados. Uno de ellos es el de «peso ideal».
«El peso ideal es un concepto que deberíamos ir dejando atrás»,
Cuánto se puede bajar en una semana
«perder muchos kilos de golpe no es bueno para la salud, y siempre que uno quiera cambiar sus hábitos de alimentación, tiene que estar asesorado con un profesional»
como máximo, un kilo por semana. «Pero es importante personalizar y monitorear cada caso. No es lo mismo en hombres que en mujeres. No hay una regla fija que diga cuantos kilos hay que bajar al mes»
Cuidado con las dietas shock o mágicas
Las dietas shock suelen caracterizarse por la prohibición de alguno o varios grupos de alimentos, y es ahí donde empieza el problema. La composición de nuestra alimentación induce cambios en el metabolismo y en el nivel de sustancias corporales como el colesterol. Aquellas dietas que no aporten nutrientes de manera equilibrada, que pongan en riesgo la masa muscular y que su realización nos estrese y tensione, pueden aumentar factores que pondrían en riesgo la salud del corazón, como la hipertensión, el colesterol y los triglicéridos en sangre
las dietas con indicaciones de qué consumir día por día pueden ser una gran herramienta temporal para aprender y darse cuenta cómo se podría llevar a cabo una alimentación con características más saludables. «Pero si esto deja de ser una herramienta educativa y temporal y se transforma en una dieta, en la solución mágica a todos los problemas de la obesidad, estamos frente a un gran error.
Lo ideal es que el plan alimentario, adaptado al paciente en todos sus aspectos, lo acompañe, lo eduque y no lo condicione. De esa forma se espera que la persona pueda ir adquiriendo habilidades, conocimiento y aptitudes para decidir sobre su propia salud y elecciones alimentarias para toda su vida», agrega.