10 de febrero de 2025

Sólo 12 de cada 100 argentinos recibe el diagnóstico de cáncer de manera precoz

Making sure her patients are comfortable and well cared for

Cerca de seis meses transcurren, en promedio, desde que una persona empieza a tener síntomas hasta que recibe el diagnóstico de cáncer, y sólo 12 de cada 100 pacientes se enteran de su enfermedad antes de que comience a manifestarse clínicamente, lo que demuestra la necesidad de profundizar los programas de tamizaje poblacional para la detección más precoz de los tumores, lo cual se asocia a mayores probabilidades de supervivencia.

Esas son sólo algunas conclusiones de un estudio cuantitativo y cualitativo realizado por IPSOS Healthcare Cono Sur para All.Can Argentina, capítulo local de una iniciativa global que nuclea a actores de diversos sectores del campo de la salud para realizar acciones concretas que sean efectivas y eficientes para el abordaje del cáncer. El relevamiento también comprobó que el diagnóstico es el momento en que los pacientes perciben más fallas en la atención de la salud.

Del total de pacientes entrevistados, el 68% fue diagnosticado durante un estadio inicial del cáncer (0I o II) y el 29% en uno avanzado. Pero las proporciones varían según el órgano o sistema afectado. En el caso de cáncer de mama y colon, por ejemplo, la detección se produjo antes de que el tumor se disemine o cuando lo había hecho sólo de forma local en siete y seis de cada diez casos, respectivamente, mientras que en los casos de cáncer hematológico (leucemias y linfomas) prácticamente la mitad de los diagnósticos ocurrieron en fases más avanzadas. Por otra parte, el tiempo promedio desde la aparición de los síntomas hasta el diagnóstico fue de 6,2 meses, aunque la cifra varía según la cobertura de salud: en los que tienen prepaga el lapso fue de 4,3 meses, mientras que llegó a 6,4 meses entre quienes son afiliados al PAMI, tienen obras sociales estatales o se asisten en el sector público. También hubo diferencias según el tipo de cáncer: en el caso de cáncer de mama, por ejemplo, el tiempo promedio fue de 5,6 meses; en el cáncer colorrectal, 6,8 meses; en el caso de cáncer de pulmón, 2,6 meses; y en el cáncer de cuello uterino 4,6 meses. “Es importante que las campañas y los programas de salud pública no estén destinados solo a las personas, sino también a los médicos. Que los profesionales de atención primaria conozcan las estrategias de tamizaje, que sepan sospechar, que sepan los recursos disponibles (para el diagnóstico) y que sepan el circuito de derivación”

En promedio, las personas encuestadas debieron esperar dos meses y medio más hasta comenzar a recibir el tratamiento. No se verifican grandes diferencias según el tipo de cáncer, aunque los de pulmón tienden a acceder más rápido a alguna terapia: el 44% lo hace en menos de un mes. Como contrapartida, uno de cada diez pacientes con diagnóstico de cáncer colorrectal tarda de seis a 12 meses en comenzar a ser tratado. La cobertura influye sobre todo cuando se analizan los mayores retrasos: el 4% de los pacientes con prepaga tienen que esperar de seis a 12 meses, versus el 7% de quienes tienen obras sociales estatales o se atienden en hospitales públicos.

Algunas conclusiones para tener en cuenta

Aunque se reconoce el gran esfuerzo de las entidades de apoyo, médicos, clínicas y hospitales en la atención de los pacientes oncológicos en la Argentina, algunas de las conclusiones y sugerencias para mejorar el proceso que surge de ambos estudios de All.Can son:

– Entender qué aspectos impactan más en las rutas de acceso a la detección y el tratamiento de los distintos cánceres, empezando, en orden decreciente, por el cáncer colorrectal, cáncer de próstata, cervical, cáncer hematológico y cáncer de mama, considerando también el perfil psicosocial de los pacientes.

– Aumentar la cobertura de los programas de detección del cáncer para disminuir el nivel de pacientes que detectan cáncer a partir del síntoma, especialmente, colorrectal.

– Enfocar el proceso de atención de la enfermedad desde el diagnóstico, centrado en las necesidades del paciente, de modo tal que los pacientes tengan certidumbre frente a lo que significa su enfermedad y lo que viene para ellos en el curso de su manejo.

– Abordar el manejo de pensamientos y sensaciones negativos de los pacientes. En los que tienen cáncer de próstata, por ejemplo, implementar programas específicos de oncología y sexualidad.

– Aliviar los gastos de bolsillo de la población más afectada, por ejemplo, mediante subsidios en la tarjeta SUBE para que puedan concurrir a sus citas médicas.

– Iniciar mesas de trabajo con diferentes actores para generar políticas y buenas prácticas que minimicen las demoras en el acceso al tratamiento para los distintos tipos de cánceres.

– Teniendo en cuenta la existencia de programas, grupos y asociaciones de apoyo a pacientes, mejorar su difusión y conocimiento de todos sus alcances y actividades, transformando esos espacios en aliados relevantes como mecanismo de ayuda en diferentes frentes para los pacientes y sus familias.