En la Argentina cada 5 días fallece ahogado un niño menor de 4 años

Expertos de la Sociedad Argentina de Pediatría aportan consejos para la prevención de los episodios y para su
abordaje en caso de ocurrencia.
El ahogamiento representa en la Argentina una de las primeras causas de muerte en niños de 1 a 3 años (69 de los
77 casos), y se considera el grupo de mayor riesgo y más vulnerable a los niños desde que empiezan a caminar o
movilizarse por sí mismos (aprox. 12 meses de vida) hasta los 5 años de edad.
Los ahogos se producen con una frecuencia mayor en varones, en una relación de 3 o 4 niños por cada
niña. En cuanto al lugar de ocurrencia, en el grupo de menores de 5 años el más frecuente es el hogar:
en piletas de natación, fuentes y canales próximos, especialmente cuando el niño queda sin supervisión.
Mientras que en los adolescentes la mortalidad se asocia a la subestimación del riesgo, el uso de
sustancias como el alcohol y las drogas y la práctica de actividades acuáticas sin el conocimiento del
medio y los elementos de protección adecuados. Los ahogamientos son más frecuentes en aguas oscuras
en movimiento, ríos, lagos y canales”, afirmó la Dra. Adela Armando, pediatra del Comité de Prevención
de Lesiones de la SAP.
Influyen en la ocurrencia de este tipo de episodios el contexto geográfico (niños que viven en zonas con
acceso directo a espejos de agua), las actividades familiares y su forma de transporte (los niños isleños
por ejemplo), el nivel socioeconómico y de instrucción de los padres, la falta de señalización adecuada
de los ambientes acuáticos y la correcta instrucción sobre su uso seguro y la utilización de sustancias,
entre otras variables.
“Con los niños de entre 1 y 4 años la intervención de los padres se hace particularmente necesaria
porque es un período donde el ímpetu infantil aumenta; se debe estar muy atentos ya que es una edad
en la que, por las propias características de su desarrollo físico y emocional, el niño se esfuerza por
alcanzar la autonomía: trata de satisfacer su curiosidad y su necesidad de actividad, y prueba y desafía
para afirmar su propia independencia”, sostuvo la Dra. Ángela Nakab, médica especialista en Pediatría y
Adolescencia y también miembro de la SAP. “Es una etapa en la que los niños necesitan una serie de
fronteras seguras, aprendidas del modelo y del accionar de sus padres y son la mamá y el papá los que le
dan sostén y seguridad. Por eso la mirada atenta permanente, la contención afectuosa y el conocimiento, son
medidas efectivas en la prevención”, completó.
Los especialistas de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) pusieron énfasis en destacar la importancia
de los elementos protectores más importantes, que son: a) la constante vigilancia de los adultos atentos
y comprometidos, y b) la instrucción progresiva y adaptada a la edad del niño sobre las precauciones en
el agua, acompañado del aprendizaje de destrezas que minimicen el peligro. Existe evidencia que el
método de Matronatacion ayuda a la supervivencia en el agua de niños menores de 5 años, siempre
acompañado de la atenta supervisión de un adulto responsable, que sepa nadar y mejor aún si sabe
RCP.
Es frecuente que la población de zonas costeras o que ejercen actividades acuáticas como la pesca y el
remo habitualmente subestimen o sean indiferentes ante el riesgo. Es función de los adultos y del Estado
explicar a la población y al turismo estas consideraciones, señalizar correctamente las áreas de acceso y
designar zonas habilitadas para el baño y deportes náuticos.
La SAP considera que se debe hacer hincapié en la importancia del compromiso de padres y cuidadores adultos, docentes,
guardavidas y tomadores de decisiones en conocer y ejecutar las medidas de prevención adecuadas del
ahogamiento que comprobadamente disminuyen el riesgo, como la supervisión constante, adecuada y
entrenada, ambiente seguro, protección de piletas y otros contenedores de agua del hogar
potencialmente peligrosos para niños pequeños como pueden ser baldes, bañeras, palanganas y
fuentones.