La tuberculosis no sólo afecta a los pulmones: advierten ahora que puede comprometer también al corazón
Un equipo liderado por el argentino Adrián Baranchuk, que investiga en Canadá, publicó una revisión sobre cómo se daña el corazón por la bacteria que causa la tuberculosis. Hicieron un algoritmo que permite detectar a tiempo
Escritores como Edgar Allan Poe, Balzac y Franz Kafka la padecieron. También la sufrieron artistas plásticos como el francés Paul Gauguin y el italiano Amedeo Modigliani, matemáticos como Niels Abel o el inventor del teléfono, Alexander Graham Bell, entre muchos. La tuberculosis, que es causada por una bacteria, parece una enfermedad del pasado, pero lo cierto es que aún sigue siendo una de las 10 enfermedades transmisibles que más afectan a la humanidad. Se piensa como un problema que afecta a los pulmones, pero ahora un equipo de investigadores de Canadá, Colombia, Venezuela, Guatemala y España, liderados por el argentino Adrián Baranchuk revisó las evidencias y desarrolló un algoritmo nuevo para obligar a prestarle más atención al daño de la bacteria sobre el corazón.
La tuberculosis es causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis. Se trata de una enfermedad curable y prevenible, pero hay barreras en el acceso al diagnóstico oportuno y al tratamiento con antibióticos que hacen que aún muchos enfermos mueran.
Se considera que la tuberculosis es una enfermedad respiratoria que afecta a los pulmones. Pero la nueva revisión publicada por el equipo del médico argentino Adrián Baranchuk demuestra que la bacteria de la tuberculosis puede producir un gran impacto en el sistema cardiovascular. Si se lo controla desde el principio, es mejor para el paciente (Shutterstock)
La infección por la bacteria se transmite de persona a persona a través del aire. Cuando un enfermo de tuberculosis pulmonar tose, estornuda o escupe, expulsa bacilos al aire. Basta con que una persona inhale unos pocos de esos bacilos y puede quedar infectada, pero no todos los contagiados se enferman. Las personas inmunodeprimidas como por ejemplo las que viven con el VIH o padecen desnutrición o diabetes, así como los consumidores de tabaco, corren un riesgo mucho mayor de desarrollar tuberculosis.
Los síntomas más comunes de la tuberculosis son fiebre, dolor de pecho y palpitaciones, que hoy pueden confundirse con la infección por el coronavirus. “Por la pandemia, hoy la mayoría de los centros hospitalarios les dan prioridad a la sospecha del Covid-19. Pero es necesario que cuando se descarta un caso sospechoso de COVID-19, se tenga en cuenta la posibilidad de un caso de tuberculosis”, señaló el médico desde Colombia. Entre los estudios que se requieren para evaluar la situación de los pulmones y del corazón, se incluye electrocardiograma, radiografía y ecocardiograma.
“Es necesario que más personas sean diagnosticadas a tiempo. Hay un subregistro. Al contar con el diagnóstico pueden acceder al pilar fundamental del tratamiento con cuatro antibióticos. En general, la enfermedad puede curarse”, señaló el doctor López. En los casos de pacientes con tuberculosis y enfermedades cardiovasculares, se indican también medicamentos, drenajes quirúrgicos o reemplazo de la aorta, dependiendo del cuadro de cada uno. En algunos casos, también se pueden desarrollar arritmias del corazón, que requieren tratamiento específico.
La pandemia profundizó la desatención sobre la tuberculosis en el mundo. Según informó la Organización Mundial de la Salud, se estima que 1,4 millones de personas menos recibieron atención para la tuberculosis en 2020 en comparación con 2019, según los datos preliminares recopilados de más de 80 países: una reducción del 21% con respecto a 2019. Los países con las mayores brechas relativas fueron Indonesia (42%), Sudáfrica (41%), Filipinas (37%) e India (25%).
“Durante siglos, las personas con tuberculosis han estado entre las más marginadas y vulnerables. La COVID-19 ha intensificado las disparidades en las condiciones de vida y la capacidad de acceso a los servicios tanto dentro de los países como entre ellos”, sostuvo la doctora Tereza Kasaeva, directora del Programa Mundial de la OMS contra la Tuberculosis a través de un comunicado de prensa. “Ahora debemos hacer un esfuerzo renovado para trabajar juntos a fin de garantizar que los programas contra la tuberculosis sean lo suficientemente fuertes como para cumplir durante cualquier emergencia futura, y buscar formas innovadoras de hacerlo”. Para 2030, hay un meta específica de reducción de la mortalidad. Pero la pandemia podría coartar la posibilidad de alcanzarla.