La razón detrás del “hago ejercicio y no adelgazo”
Un estudio analizó qué influencia tiene la actividad física en los hábitos alimentarios.
«Hago ejercicio físico y no adelgazo». Frustración. Abandono de la actividad. Ese es el proceso que siguen muchas personas al intentar bajar de peso.
Son millones las que se plantean ese objetivo en todo el mundo, donde 4 de cada 10 adultos tenían sobrepeso en 2016, según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud. En Argentina, según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, de 2018, más del 60% estaba por encima de su peso saludable (entre sobrepreso y obesidad).
El ejercicio físico es, junto a cambios en la alimentación, una de las principales herramientas para lograrlo. La explicación es simple: se consumen más calorías a través del deporte que sentado, de pie o acostado. Otra vez los números alarman: en Argentina, el 60% ya era sedentario antes de la pandemia, que contribuyó a acrecentar el problema.
Pero, ¿qué influencia tiene el deporte en los hábitos alimentarios? Científicos de la Universidad Técnica de Munich (UTM), en Alemania, y la Universidad de Nebraska, en Estados Unidos, investigaron esa relación.
El problema de la compensación
«En el contexto deportivo, tenemos el fenómeno de las personas que comen en exceso después de la actividad física», señaló Karsten Köhler, primer autor del trabajo y profesor de ejercicio, nutrición y salud en la UTM.
«Las personas quieren recompensarse a sí mismas y a sus cuerpos por estar activas. Así que usamos un experimento hipotético para descubrir por qué las personas comen más después del ejercicio en comparación con cuando no lo hacen», explicó.
El objetivo de un estudio cruzado aleatorio fue investigar la influencia del ejercicio en decisiones hipotéticas con respecto a la cantidad y el momento de comer.
Con ese objetivo, reclutaron 41 participantes sanos (23 mujeres, 18 hombres) de entre 19 y 29 años con un IMC promedio de 23,7, que fueron asignados al azar a una sesión de ejercicio de 45 minutos o un período de descanso de igual duración en la primera visita y completaron la otra condición del estudio en la segunda.
El IMC se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). Toda persona con un índice de masa corporal (IMC) de más de 25 puntos se clasificaría como con sobrepeso y toda aquella con un IMC superior a 30, con obesidad.
Hambre y saciedad: una cuestión subjetiva
Los dos grupos de entrenamiento respondieron un cuestionario electrónico antes de la actividad física sobre su evaluación subjetiva del hambre y la saciedad, la cantidad preferida de comida para comer y la elección entre alimentos, que diferían según el momento del consumo.
Los participantes indicaron, además de sus preferencias, el tamaño de porción deseado de cada alimento. Se obtuvieron preferencias tanto para el consumo inmediato como posterior, después de cuatro horas.
Después de responder el primer cuestionario, los participantes realizaron 45 minutos de ejercicio aeróbico en una bicicleta. Inmediatamente después, completaron el cuestionario por segunda vez y luego por tercera vez después de un descanso de 30 minutos.
El procedimiento para el grupo sin entrenamiento fue idéntico; en lugar de hacer 45 minutos de actividad física, descansaron.
Los investigadores hallaron que el ejercicio proporcionó un aumento en la cantidad de comida elegida, apenas finalizado el ejercicio y hasta 30 minutos después.
Pérdida de peso a través del ejercicio
«Con base en este estudio, pudimos demostrar por primera vez que ciertas características, como la cantidad y la ‘urgencia’ con la que una persona quiere comer, cambian en el transcurso del esfuerzo físico», sostuvo Köhler al analizar los resultados del trabajo.
«Estos hallazgos nos ayudan a desarrollar nuevas intervenciones para optimizar la pérdida de peso a través del ejercicio», dijo.
«Los resultados reales sugieren que el esfuerzo físico puede incitar a quienes practican deporte a comer grandes cantidades de comida más rápidamente después de la sesión de entrenamiento», añadió.
«Dado que la pérdida de peso es una de las principales motivaciones para hacer ejercicio para muchos, y el hecho de no lograr la pérdida de peso deseada hace que sea probable que dejen de practicarlo, podría ser una buena estrategia pensar en lo que se quiere comer después antes de comenzar a hacer ejercicio», propuso.
A partir de estos resultados, el equipo dirigido por Köhler se encuentra trabajando en nuevas investigaciones para probar qué tan efectivas son esta y otras posibles estrategias, cómo pueden mejorar el cumplimiento a largo plazo de los programas de entrenamiento y contribuir a resultados de salud favorables a través de la pérdida de peso.