Psoriasis, la enfermedad que explotó en la pandemia
La pandemia generó una enorme carga adicional en los pacientes con enfermedades crónicas, esas con las que se convive, porque no tienen cura, pero que el tratamiento ayuda a controlar.
Personas con cáncer, con patologías cardiovasculares, dermatológicas, reumatológicas, con diabetes, entre otras tantas afecciones, vieron alterada su situación como pacientes a causa de la implosión del mundo tal como lo conocíamos por el nuevo coronavirus.
Las personas con psoriasis atraviesan problemas comunes a todas ellas (muchas, de hecho, son comorbilidades frecuentes) e inconvenientes particulares de una enfermedad en la que el estrés puede actuar como un gatillo y en la que las lesiones en la piel son apenas la punta del iceberg, la parte visible de una afección sistémica, que compromete a otros órganos.
«Los médicos al día de hoy perdieron más o menos entre el 35 y el 40 por ciento de sus pacientes. Es un montón de gente que dejó de atenderse, pero no solo dejó de atender su psoriasis», dice a Clarín la periodista Silvia Fernández Barrio, que convive con la psoriasis desde los 19 años y se encuentra al frente de AEPSO desde 2005.
«Mucha gente con psoriasis tiene otras enfermedades vinculadas, como diabetes, hipertensión, síndrome metabólico, colesterol alto, problemas cardiovasculares, obesidad, artritis, depresión. Todo este combo maldito no recibió la atención que tenía que recibir, los pacientes no vieron al cardiólogo, al endocrinólogo, al dermatólogo, al reumatólogo», añade Fernández Barrio.
Algunos datos en relación a esas comorbilidades de la enfermedad psoriásica: los casos severos tienen un 58% más de probabilidades de sufrir un evento cardíaco mayor, 46% de posibilidades de desarrollar diabetes tipo 2 y un 43% más de probabilidades de tener un ACV.
Además, uno de cada tres pacientes desarrollan artritis psoriásica, que se caracteriza por dolor y rigidez en las articulaciones, inflamación en los dedos de las manos y pies y dificultad para movilizarse.