6 de octubre de 2024

Cada año mueren 1,27 millones de personas por enfermedades causadas por hongos, bacterias, virus y parásitos que se volvieron resistentes a los medicamentos

Además del uso y abuso de los productos medicinales sobre las personas, el origen de esta resistencia también tiene como fuente los productos que se utilizan para la desinfección en hogares.
En un informe publicado por la agencia de noticias TELAM, specialistas explican en qué consiste esta problemática y cuáles son sus efectos en la salud y la economía.

Fármacos y productos hogareños

Se estima que 1,27 millones de personas mueren cada año por enfermedades provocadas por microorganismos que se volvieron resistentes a los fármacos actuales como consecuencia no sólo del uso indiscriminado de medicamentos, sino también de productos que se utilizan para la desinfección tanto en los hogares como en la producción.
La resistencia a los antimicrobianos (RAM) es una problemática a nivel mundial que afecta a la todos los ámbitos de la salud y tiene también efectos sobre la economía.

Según el último informe de la OMS, en el que listó 61 vacunas en etapas de desarrollo clínico contra bacterias resistentes a fármacos, se estima que 4,9 millones de personas mueren cada año por infecciones causadas por bacterias resistentes y de estas muertes, 1,27 millones están asociadas directamente a la RAM.

En el documento, ONU también arrojó que para 2030, la resistencia a los antimicrobianos podría sumir en la pobreza extrema a hasta 24 millones de personas.

 

Antibióticos

 

Entre los antimicrobianos que más resistencia están teniendo se encuentran los antibióticos, aquellos que actúan contra las bacterias: “Los antibióticos son medicamentos esenciales de la medicina moderna que deben ser usados solamente cuando son realmente necesarios, a sabiendas de que su efectividad va disminuyendo desde el mismo momento en que comienzan a utilizarse”, indicó por su parte Arturo Quizhpe Peralta, médico fundador de la Universidad Internacional para la Salud de los Pueblos y director de ReAct Acción frente a la Resistencia a los Antibióticos, Latinoamérica.

Desinfección

 

Pero más allá del uso y abuso de los productos medicinales sobre las personas, el origen de esta resistencia también tiene otra fuente: los productos que se utilizan para la desinfección.

El triclosán, por ejemplo, se utiliza desde 1964 como bactericida para crear campos estériles en las instituciones de salud; pero no sólo allí se aplican estas sustancias: jabones para manos, líquidos limpiadores, geles desinfectantes son productos antimicrobianos que se utilizan masivamente desde los años ochenta en la industria, el comercio y el hogar.

 

Consecuencias en el ambiente

Cuando se toma un antibiótico en gran medida su carga efectiva se agota en el interior del cuerpo pero una parte es desechada con la orina y las heces llegando al ambiente (mares, ríos, cuencas cerradas, sistemas lacustres, pozos negros) con su poder antimicrobiano activo, y lo mismo ocurre cuando se desinfecta el hogar o se lava las manos con jabones antisépticos, cuyos principios activos se escurren por las cañerías, o desde las industrias, los feed lots, las salmoneras, etc.

En los ambientes adonde llegan suceden dos cosas: la primera es la muerte de numerosos microorganismos que, de hecho, resultan ser la base de la cadena trófica de los ecosistemas, sabiendo que muchos de los compuestos pueden dañar a un grupo importante de virus y bacterias benéficas, que son los encargados de realizar procesos biogeoquímicos imprescindibles para el reciclaje de nutrientes.

La segunda consecuencia es la generación de resistencia de las bacterias a esos antimicrobianos, que induce al empleo de mayores concentraciones de antibióticos para su tratamiento en los organismos vivos, llegando a límites peligrosamente cercanos a la intoxicación.