¿Nuestros genes determinan lo que comemos?
Las personas tienen preferencias distintas en los gustos de las comidas. No todo el mundo come lo mismo.
Un estudio en el que han participado más de 6.000 adultos, examinó cómo la genética vinculada a la percepción de los cinco sabores -dulce, salado, ácido, amargo y umami -vocablo que significa sabroso- se asocia al consumo de grupos de alimentos y a factores de riesgo cardiometabólico.
Los resultados del trabajo se presentaron en la «Nutrition 2022», la principal reunión anual de la American Society for Nutrition.
Sugieren que sí hay variantes genéticas responsables de las percepciones de los sabores y podrían ser importantes a la hora de desarrollar una orientación nutricional personalizada dirigida a mejorar la calidad de la dieta.
Los genes innciden
Se descubrió que los genes no solo determinan lo que las personas comen, sino que tienen una incidencia protagónica en la salud cardiometabólica. Por ejemplo las personas que más se relacionan con el sabor dulce poseen una concentración de triglicéridos menor.
Es posible lograr un cambio positivo en los hábitos a partir de conocer la situación de de cada uno.
Sugieren que a la hora de brindar orientación nutricional, se analicen todos estos detalles, con la intención de que pueda proponer una dieta que haga sentir cómodo y mantenga alejado de las enfermedades al paciente.
Por ejemplo, si las personas con una fuerte percepción del sabor amargo tienden a comer menos verduras crucíferas, se podría recomendar que añadan ciertas especias o que elijan otros tipos de verduras que se alineen mejor con su perfil de percepción del sabor.
Sabores dulces y amargos
Los datos revelaron que los genes relacionados con los sabores amargo y umami podrían desempeñar un papel especial en la calidad de la dieta al influir en la elección de alimentos, mientras que los genes relacionados con el dulce parecían ser más importantes para la salud cardiometabólica.
Por ejemplo, el equipo constató que los participantes con una puntuación poligénica de sabor amargo más alta comían casi dos raciones menos de cereales integrales a la semana en comparación con aquellos con una puntuación poligénica de sabor amargo más baja.
También observaron que tener una puntuación de sabor poligénico umami más alta se asociaba con el consumo de menos verduras, sobre todo rojas y naranjas, y que tener una puntuación de sabor poligénico dulce más alta tendía a asociarse con menores concentraciones de triglicéridos.
Los investigadores advierten de que los resultados de este grupo específico no son necesariamente generalizables a todo el mundo. Sugieren tener en cuenta os múltiples gustos y grupos de alimentos cuando se determinan las conductas alimentarias.