El Dr. Ramón Madariaga, protagonista de la historia de la salud de Posadas
Consulta sin Turno convocó a la Farmacéutica Nilda Brañas para que nos ilustre sobre un personaje importante para la salud de Posadas como lo fue el Dr. Ramón Madariaga, cuyo nombre lleva el hospital escuela más importante de la región.
Quién fue el Dr. Madariaga?
Los invito a que realicemos juntos un viaje al pasado… Tratemos de ubicarnos en el Posadas de 1880, es decir a fines del siglo XIX.
Por aquel entonces en nuestra ciudad había dos médicos únicamente: el Dr. Victoriano Abente y El Dr. Cristóbal Cajal que pertenecía al Regimiento 3 de Línea y que también actuaba como médico municipal.
Alrededor de 1885 arriba a nuestra ciudad el Dr. Ramón de Madariaga y Hormaza procedente de España. Era oriundo de Plentzia, pequeña localidad de la provincia de Bizcaya, perteneciente al País Vasco.
El Dr. Madariaga se doctoró en Medicina en la Universidad de San Carlos de Madrid en el año 1882.
Suponemos que como tantos inmigrantes se habrá sentido atraído por esta tierra promisoria y por otra parte, se hacía imprescindible eludir la pobreza y la desesperanza que invadían al viejo continente.
Al poco tiempo de su llegada fue designado Médico Municipal y a partir de ese momento empezó a destacarse en su faz profesional y humana poniendo de manifiesto también su proverbial talento.
Actuación profesional
Se destacó por su entrega total a todos aquellos que padecían enfermedades de distinta índole, caracterizándose especialmente por su total desprendimiento. Era natural en él contemplar las carencias económicas que sufrían la mayoría de sus pacientes, a quienes atendía en forma gratuita.
Intervino con absoluta profesionalidad, abnegación y eficacia durante las epidemias que se desataron en la ciudad de Posadas como:
Viruela 1877-1889-1890, cólera en 1887 ( surgida en la provincia de Corrientes), peste bubónica en Encarnación, Paraguay en 1889 y otras patologías que afectaron al pueblo posadeño.
Según consta en el Acta de la sesión del día 18 de noviembre de 1907, del Concejo Municipal, en esa época se desató una epidemia de peste bubónica en nuestra ciudad, la que tuvo su foco en un conocido establecimiento de panadería y fideería ubicado en pleno centro. Como es de suponer a Madariaga le cupo como ya era habitual, una destacada actuación durante esa trágica emergencia. Nuevamente sus recomendaciones y sugerencias se pusieron en práctica, pero en esa oportunidad se tuvo en cuenta que la enfermedad ya no procedía de la ciudad de Encarnación sino que se había originado en el corazón de la ciudad capitalina. En una edición año 1945 el diario El Territorio se expresa de la siguiente manera:
“Uno de los acontecimientos que vino a perturbar el normal desarrollo de la población fue la peste bubónica que ocasionó el consiguiente pánico y la muerte de numerosas personas».
Una vez más, el Dr. Madariaga hizo gala de su abnegación y eficiencia científica poniendo en riesgo en más de una oportunidad, su propia existencia.
Atendía en su consultorio particular y visitaba a los enfermos más delicados valiéndose de una “Volanta” que él mismo conducía ayudado algunas veces por un cochero.
Durante toda su actuación profesional Madariaga dio sobradas muestras de un gran altruismo y puso de manifiesto los cinco pilares que constituyeron la base de su estructura moral: ética, vocación, solidaridad, empatía y filantropía.
Actuación ciudadana
También Madariaga tenía otras inquietudes. Hombre culto, intelectualmente brillante, fue periodista nato. También gran conferencista y fogoso orador, respondiendo sin duda, al neto perfil de su bendecida herencia española.
Falleció súbitamente un 17 de abril de 1911 .Su desaparición física provocó un inenarrable dolor en todo un pueblo que manifestó su pesar durante el cortejo fúnebre que acompañó sus restos hasta el Cementerio La Piedad.
Es imprescindible rescatar su memoria para ejemplo señero de las generaciones presentes y futuras.