5 de octubre de 2024

El apego y su importancia para que los niños crezcan felices

El concepto de “apego” hace referencia a los vínculos emocionales que la gente forma con otras personas a lo largo de su vida, primero con sus progenitores, y después con sus amigos, su pareja, sus compañeros y sus hijos.

La teoría del apego es una teoría que nació en 1907, para explicar las diferencias individuales (también llamados estilos de apego) respecto a cómo la gente piensa, se siente y se comporta en las relaciones interpersonales.

 

La teoría del apego de Bowlby

Existen distintas visiones respecto a esta teoría, pero la más conocida es la de John Bowlby, considerado el padre de la teoría del apego. Éste pensó que el apego se inicia en la infancia y continúa a lo largo de la vida, y afirmó que existen sistemas de control del comportamiento que son innatos y que son necesarios para la supervivencia y la procreación de los seres humanos.

El apego y los sistemas exploración son centrales en su teoría, pues desde muy pequeños los niños poseen un comportamiento innato que les lleva a querer explorar cosas nuevas, pero cuando éstos se sienten en peligro o asustados, su primera reacción es buscar la protección y seguridad de su cuidador primario (generalmente es mamá, pero puede ser papá, una abuela, tíos, etc., es decir, cualquier persona que se encargue de su cuidado).

 

Tipos de apego

Bowlby asentó las bases en el estudio del apego y más adelante Mary Ainsworth, psicóloga, hizo su contribución a dicha teoría.

Ainsworth también pensó que existían los sistemas de control, pero fue un poco más lejos y propuso su concepto de “situación extraña” que hace referencia al proceso de laboratorio en el que se estudia al niño en la interacción con su madre y con un adulto extraño, es decir, en una situación con alguien que no es familiar.

Añadió a la teoría del apego tres estilos de comportamiento: Seguro, Inseguro-Evitativo e Inseguro-Ambivalente. Más tarde otros autores identificaron otros tipos de apego, como el apego ansioso o el apego desorganizado.

  • El tipo de apego seguro se caracteriza porque el pequeño busca la protección y la seguridad de la madre y recibe cuidado constante. La madre suele ser una persona cariñosa y que muestra y se muestra afectiva constantemente, lo que permite que el niño desarrolle un concepto de sí mismo y de autoconfianza positivos. En el futuro, estas personas tienden a ser cálidas, estables y con relaciones interpersonales satisfactorias.
  • El tipo de apego evitativo se caracteriza porque el pequeño se cría en un entorno en el que el cuidador más cercano deja de atender constantemente a las necesidades de protección de éste. Esto es contraproducente para el desarrollo del pequeño, puesto que no le ayuda a adquirir el sentimiento de confianza hacia sí mismo que necesitará posteriormente en su vida. Por tanto, los niños (y también de adultos cuando ya han crecido) se sienten inseguros y desplazados por las experiencias abandono en el pasado.
  • El tipo de apego ambivalente se caracteriza porque estos individuos responden a la separación con gran angustia y suelen mezclar sus conductas de apego con protestas y enfados constantes. Esto se debe a que no han desarrollado correctamente las habilidades emocionales necesarias, ni han tenido expectativas de confianza ni de acceso a los cuidadores.

 

Vínculos seguros de padres-hijos

La actitud de los padres hacia sus hijos va a ser determinante a la hora de que su hijo se desarrolle correctamente. Para el desarrollo emocional de los niños es primordial la creación de vínculos seguros y estables con mamá (o los cuidadores).

Es importante que el niño sepa que siempre puede contar con el apoyo y cuidado sin importar las circunstancias.

De esto dependerá en gran medida el desarrollo de la autoestima del niño y la manera en la que se relacionará y creará relaciones interpersonales e intrapersonales cuando llegue a la edad adulta, creando vínculos afectivos saludables con una autoestima fortalecida.

 

Por ello, es importante que los padres traten de:

  • Lograr crear una base de seguridad y confianza.
  • Entender la forma de comunicarse de los niños y sus señales.
  • Responder a sus necesidades y abrazarlo, acariciarlo, mostrarle cariño y jugar con él.
  • Cuidar su propio bienestar emocional y físico ya que en cierta forma repercutirá en el comportamiento hacia su hijo.