12 de junio, Día contra el trabajo infantil

El trabajo infantil vulnera derechos e impide que el acceso a la educación pueda realizarse en plenitud.
Es un problema social complejo y multicausal, condicionado por factores económicos, políticos, sociales y culturales, como la distribución inequitativa del ingreso y la riqueza, el desempleo y la demanda de mano de obra.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estableció en el año 2002, la fecha del 12 de junio como el Día Mundial contra el Trabajo Infantil para sensibilizar y comprometer a los estados a desarrollar acciones que aboguen por su p revención y erradicación.
Se considera trabajo infantil a toda actividad económica y/o estrategia de supervivencia, remunerada o no, realizada por personas que se encuentran por debajo de la edad mínima de admisión al empleo. Se presenta de diversas maneras y en diferentes ámbitos como trabajo doméstico, en la vía pública, agrícola, industria, construcción.
En Argentina
Existen en nuestro país la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (CONAETI) creada en el 2000 y la Ley 26.390 de Prohibición del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente, de 2008. Esta última establece la edad mínima de admisión al empleo en 16 años y establece condiciones de protección especial hasta la mayoría de edad.
Las actividades hogareñas de ayuda familiar deben diferenciarse de aquellas que dificulten su normal desarrollo y el goce de sus derechos que impiden una vida digna y privan a las infancias de su potencial, siendo perjudiciales para su desarrollo físico, emocional y psicológico.
Durante la infancia y la adolescencia se dan procesos de crecimiento y desarrollo que les confieren una vulnerabilidad especial.
El trabajo le quita al niño y a la niña la disponibilidad para el juego, que es el espacio en el que desarrollan su creatividad, ensayan el ejercicio de roles adultos, canalizan su agresión y sus temores. El juego es crucial para la conformación de la personalidad. El trabajo es una situación de presión, exigencias y responsabilidades que impide el desarrollo adecuado de la personalidad infantil.
La iniciación temprana en el mundo del trabajo atenta contra los procesos de desarrollo y maduración, imponiendo a los niños y niñas responsabilidades excesivas y cargas de trabajo inadecuadas para su grado de desarrollo físico y mental. El niño y la niña deben madurar en el ámbito familiar, escolar y comunitario, y no en el laboral, porque este no es un ambiente de cuidado.
A muchos adolescentes que están en situaciones en vulnerabilidad socioeconómica, el dinero les permite sentir que salen del estado de carencia crónica en el que han vivido junto a su familia. Es el mundo adulto el que debe proveer bienestar y disfrute de los niños, niñas y adolescentes y no al revés.
Culpar a las familias es revictimizarlas en sus vulnerabilidades y dificulta las posibilidades de sumar otro tipo de alternativas de ingreso familiar que suplante el obtenido por el trabajo de sus hijos.